Si
la crueldad ha sido una constante en nuestra historia, igualmente ocurrió con
la representación de la misma en la pintura, el teatro, la literatura. Toda la
inmensa serie de actos crueles que hemos protagonizado como especie fueron
representados en escenas, imágenes y textos que supieron captar la dramaticidad
y tragedia del dolor, el sufrimiento, la agonía y muerte de las víctimas de la
crueldad humana.
Nos surgen algunos interrogantes:
- ¿Cuál es la función de "repetir" o recrear en las obras del arte y la literatura lo que es ya dañino, maligno y mortífero en la realidad?
- ¿No incrementa esto el "mal" y la violencia que existe en el mundo?
En principio, si la agresividad -e
incluso la crueldad- es parte constitutiva del humano y no puede ser suprimida,
el arte cumple con una doble función:
función catártica: la recreación en
el plano de la ficción de un hecho cruento permite expresar y
"depurar" la dimensión irracional -la violencia que pulsa, que pugna
en nuestro inconsciente por manifestarse-. La violencia y el goce por la
destrucción de un otro odiado se libera y descarga por la vía ficcional,
evitando su realización en el plano real.
A través de la capacidad de la literatura
de representar y "repetir" ficcionalmente el acto cruel en ausencia
de la carne lastimada y la sangre derramada, la función catártica permite el
"goce" del exceso y la repetición, pero restringiéndolo al orden de
lo imaginario.
función anticipatoria y de memoria:
el arte y la literatura cumplen con la tarea de recordarnos lo que
históricamente hemos producido y padecido, tanto lo bueno como lo malo y, en el
mismo sentido, advertirnos sobre todo aquello de lo que somos capaces de ser y
hacer. El filósofo Friedrich Hegel ha expresado que el arte debe hacernos saber
a la vez: "...todo
lo que de esencial y elevado tiene el espíritu en su pensamiento y en su idea,
en ofrecer al sentimiento y a la intuición para su disfrute la gloria de lo
noble, eterno y verdadero. Igualmente, el arte ha de hacer comprensible la
desdicha y la miseria, el mal y el delito.
José Ovejero ha escrito
recientemente un ensayo sobre el tema de la crueldad y resalta la relación que
existe entre el exceso y lo obsceno: "La crueldad, como en general el
exceso, vuelve visible lo que estaba oculto, desentierra los cadáveres de sus
tumbas colectivas" (Ovejero, 2012:103). Esto quiere decir que se necesita
una dosis de realidad sobre los aspectos negativos más perversos de la agresividad
y la violencia, y que estos deben ser lo suficientemente fuertes e impactantes
para movilizar al otro y sacarlo de su comodidad y percepción.
Si el arte trabaja
sobre las problemáticas de la realidad,
es inevitable, entonces, que en ciertos momentos deba conmocionar y hasta
impresionar, para que tenga un sentido, pues las creaciones del arte no son
solamente una producción para el deleite y el disfrute de una imaginación que
busca entretenimiento.
Goya realizó más de 80
grabados acerca de la guerra española en el Siglo XIX, con imágenes que hacen
saber de lo que es capaz el ser humano y, por lo cual, llama a algunos de los
protagonistas de su obra: "animales" y "carniceros". Otro
claro ejemplo es Picasso, autor que se destacó por "desmembrar" a mujeres,
hombres, animales en muchas de sus pinturas, con el fin de demostrar que la
guerra estaba devastando el mundo. Otto Dix, fue partícipe de la Primera Guerra
Mundial y como soldado y pintor, fue testimonio de la terrible monstruosidad de
sangre, mutilación y muerte que se vivía dentro de las trincheras.
El arte denominado
"de la crueldad" es, entonces, un instrumento cultural que funciona
como advertencia, testimonio y memoria de las más bajas pasiones y las acciones
degradantes y aberrantes de las que podemos ser protagonistas, ya sea como
víctimas o victimarios.
https://es.slideshare.net/gabigentiletti/el-arte-de-la-crueldad
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