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lunes, 28 de junio de 2021

Libro: "La creación de mundos opcionales. Para huir de la esclavitud maquínica."


 

         Las potencias operatorias del pensamiento creador deben ser enmarcadas en el contexto del mundo paradójico que habitamos: donde la mega red que nos conecta, también nos atrapa en lógicas hiper-indvidualistas y ultra-competitivas que producen una servidumbre maquínica de las subjetividades.

            El pensamiento creador, implica además de operatorias específicas, estrategias de huida de las lógicas binarias, que atan al deseo y a las conciencias a las maquinarias de la productividad y el consumo; que encierran o se apropian perversamente de las potencias de creación. El engranaje maquínico penetra lo más elemental del individuo: sus afectos, deseos, percepciones, sensaciones -lo que incluso aún no está individuado y es inconsciente- y que justo, por eso, lo moviliza y lo modula sin que pueda darse cuenta.

            Frente a estas fuerzas que se apoderan y controlan las potencias vitales, el pensamiento creador se sirve de las ventanas que ofrecen las artes y de las puertas que abre la filosofía, para dar lugar a la invención de mundos posibles, o mejor aún: de mundos opcionales.

        El pensamiento creador puede “plegar las fuerzas”, modificar el curso de una fuerza de servidumbre y engendrar una “experimentación por agenciamiento”, que en diferentes escalas de lo subjetivo-social de lugar a actos, lógicas o normatividades optativas.

            El pensamiento creador requiere una reconceptualización de lo que llamamos “libertad”. Una libertad que revierta el individualismo dominante, y que remite a pensar en  una potencia, a la vez conectora de lo “distinto” y expansiva de las “multiplicidades”. “Huir o perecer” es el lema que los flujos de deseo reclaman para lograr su potencia inventiva.

            Y no habrá libertad sin pensamiento creador, porque solo mediante sus operatorias, podremos ampliar el margen de nuestras opciones y aumentar los focos posibles de subjetivación.

            Tomar la propia vida como una experiencia y como una experimentación.

El pensamiento creador es aplicado a la recreación de la propia vida, del propio actuar y de los mundos que ese accionar genera. Pero esa recreación del sí mismo y de lo relacional con “lo otro” -esa “individuación-subjetivación”- para la creación de mundos opcionales, necesita reapropiarse de saberes, símbolos, valores, experiencias, latentes o lejanos en los fondos comunes de nuestra cultura humana.

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